sábado, 30 de junio de 2012

Hasta que la distancia te pudo


Ni en la historia del amor más bonita jamás contada habrá un amor tan puro y limpio como el nuestro. ¿Sabes?, a veces nos gustaba discutir quien de los dos era el que más quería al otro y siempre queríamos quedar los dos por encima. Me gustaba oír su voz alas 4 de la mañana mediodormido, sus te quiero en susurros, su forma de calmar mis llantos desde su cama hasta la mía...

Éramos algo predecibles, por eso nos gustaba buscarnos de vez en cuando para oír aquello que deseábamos. A veces me sorprendía de una manera que parecía que se me iba a salir el corazón cuando me decía -tengo que contarte una cosa pero no te vayas a enfadar- y acababa diciéndome que lo que me quería contar era lo mucho que me quería. 

Prometimos un para siempre, lo que hacen todos los enamorados, prometimos querernos y adorarnos por el resto de nuestras vidas pero nuestro para siempre era muy diferente al de ellos.

Hicimos millones de planes, de los que la mitad no cumpliríamos, pero los que sí, serían los mejores de nuestras vidas.

Queríamos viajar, a Roma especialmente, y pasear agarrados de la mano, dormir juntos, hacer el amor 10 veces al día y decirnos que nos amábamos 50.

Nos encantaban los niños pequeños, queríamos tener 2, uno idéntico a él y una a mi, con nuestros mismos nombres, pero yo quería que los dos fuesen como él, el mejor ejemplo para seguir. 

Nos encantaba charlar sobre los pequeños momentos que pasaríamos en una playa juntos, cumpliendo su sueño de bañarnos con ropa, abrazándonos tumbados en la cálida arena y besándonos hasta el amanecer.

Los sábados iríamos de paseo y comeríamos un helado de fresa porque no le gusta el chocolate y los domingos, los domingos lluviosos nos quedaríamos en casa tumbados en el sofá y viendo una película de disney.

Me encantaría poder ponerme nerviosa cuando estuviésemos apunto de vernos. Correría hacia él y le daría un abrazo, le diría que lo quiero mirándolo a los ojos y agarrando fuerte sus manos para que sientiese mi presencia.

Nos encantaba pensar que al irnos a dormir, al día siguiente despertaríamos juntos en la misma cama, reliados en unas sábanas blancas y con los rayos del Sol entrando por la ventana...

Pero no todo siempre es tan bonito como lo pintan ¿sabes?, Supongo que te has dado cuenta que casi todo está escrito en un condicional, ya que nunca tuvimos la oportunidad de vernos y besarnos tiernamente porque una maldita distancia nos separaba en 220 kilómetros.

Todos los planes y promesas se desvanecieron, dejándonos unos bonitos recuerdos de lo que nos quisimos, de los que hubo momentos en los que disfrutamos y momentos en los que lloramos, y momentos en los que mirábamos al futuro con más esperanza que miedo.